martes, 18 de agosto de 2009

El acero podrá silenciar el ruido que mis palabras hacen al hablar pero jamás callarán mi voz


Por: Yuriria Rodríguez

A pesar de la exoneración del Gobernador de Puebla Mario Marín en el caso Camel Nacif-Sucar Kuri y de los constantes asedios a sus fundadoras, las oficinas del Centro de Integración y Apoyo a la Mujer A.C. (CIAM) siguen operando en Cancún, Quintana Roo. En entrevista con BRAKE OVER, Edith Rosales, la coordinadora, habla sobre la labor de esta Institución.
Para esta reportera fue un poco complicado llegar a las instalaciones del CIAM pues sin importar el bando, el hecho de mencionar a cualquier involucrado en el caso de la red pederasta levanta una estela de temor o tabú.
Por esta razón no podía pedir explícitamente las indicaciones pertinentes para llegar a la Institución, por lo que mi primera opción fue abordar un taxi que no pudo dar con el domicilio.
Estando en el área urbana de Cancún, - la cual está lo suficientemente alejada de la playa para que sea invisible a los ojos del turista-, llegué a las oficinas de Derechos Humanos, en donde supieron o quisieron darme las coordenadas exactas del CIAM.
Me dijeron que tomara un camión que me acercara a las calles de Portillo y Chichen, que preguntara por el HSBC y que estaría cerca. Así fue como abordé el autobús y le pregunté al chofer sobre la dirección. Una mujer con gafas para sol escuchó la conversación y me preguntó:
- ¿A dónde va?
- Al banco – respondió el chofer
- Me dijeron entre Portillo y Chichen -, le dije a la mujer
- Exactamente ¿A dónde va? – volvió a preguntar
Al HSBC, respondí para no ser descubierta en mis intenciones. La mujer negó esta indicación argumentado que Portillo y Chichen no cruzan, sin embargo no insistió y me dijo exactamente dónde bajar, no obstante ella abandonó el camión una esquina antes.
Caminé por la Supermanzana 63, la cual está rodeada de tugurios y antros en los que desde las doce del día hay jovencitas que no parecen tener ni 15 años de edad, muchachas que se amontonan en las entradas de los bares para prostituirse y sacar el día.
Así llegué a las oficinas del CIAM, las cuales están en una casa modesta y ordinaria que ha tenido que cambiar en repetidas ocasiones el color de su fachada. En el pórtico están colgadas unas cámaras de seguridad y para acceder es necesario identificarse por el interfón.
Me presenté y especifiqué el motivo por el que estaba ahí, una joven que apenas y abrió la puerta me pidió mi identificación, fue al interior del inmueble y una vez que autorizaron mi ingreso me dejaron pasar.
A la entrada hay un patio pequeño con unas sillas donde las mujeres esperan su terapia; se ven satisfechas de asistir, algunas van con sus hijos, la mayoría solas, esperan en calma, pues esa es la sensación que les produce estar ahí.
Permanecí apenas unos minutos cuando de pronto entró la mujer de gafas para sol que venía en el camión y al reconocerla me dijo: - ¿ya ve? Por eso le preguntaba a dónde iba.
La mujer del camión es Edith Rosales, la coordinadora del CIAM y quien aparece en buena parte del documental “Los Demonios del Edén”, dirigido por Alejandra Islas.
El CIAM surge en 1990 cuando un grupo de mujeres profesionistas se reúne para charlar sobre literatura y es durante esas pláticas cuando se aborda el tema de la violencia.
Ellas solicitan un espacio en la radio para elevar la autoestima de las mujeres de la región y promover las relaciones pacíficas en las familias de Quintana Roo. En consecuencia el auditorio comienza a compartir sus casos, por lo que se hace necesaria una mayor difusión y es así como Lydia Cacho funda la revista “Esa boca es mía”.
El proyecto se amplía en televisión y con la creciente demanda de la gente se promueve la necesidad de crear una Asociación Civil que brinde apoyo a las mujeres, y es así es como se funda el CIAM.

Charla en el Caribe
La atmósfera de paz que prevalece en el CIAM fue turbada antes de iniciar la entrevista pues Edith Rosales aclaró que habría cosas que no se podrían contestar, lo cual es comprensible por las represiones que han enfrentado.
Reportera (R) : ¿Cómo le hacen para mantener la autoestima del grupo con todo lo que le ha pasado a Lydia y los ataques directos hacia ustedes?
Edith Rosales (ER): Para poder brindar nuestro servicio antes que nada necesitamos estar física y emocionalmente bien. Todo el año tenemos talleres teóricos y de atención personal porque todas hemos vivido en algún momento algún tipo de violencia.
Nosotras elaboramos talleres para saber cómo estoy, qué me mueve y qué necesito, pues si estoy enojada con la vida te voy a atender mal y las mujeres que acuden con nosotras vienen a que se les ayude y no a que se les perjudique más, por eso requerimos hacer una limpieza emocional constante.
Aquí no atendemos en función de lo que nos paguen, tenemos que trabajar en equipo porque somos una institución que brinda atención multidisciplinaria. En Texas las mujeres tienen un refugio y nosotras nos hemos empapado de su experiencia para capacitar a otras mujeres.
Hemos trabajado, despegado y caminado solas. Recibimos una aportación a nivel federal y otra estatal pero el municipio no nos brinda nada y no porque no se pueda sino precisamente por politizar las cosas. En este sexenio nos hemos dado cuenta que van a reducir el presupuesto a los refugios y a las ONG.
Hay muchos lugares que han cerrado a raíz de lo de Puebla, pues el Gobernador, -dicho sigilosamente porque no fue algo directo-, provocó su bancarrota no dándoles dinero. Hay muchas mujeres poblanas perjudicadas y así le va a pasar a todo el país.
Por fortuna tenemos una Directora Líder, que antes de lo del goberprecioso (Mario Marín), ya se movía en todos los niveles: estatal, nacional e internacional.
Desde siempre Lydia ha hecho su trabajo en el activismo y tristemente se da a conocer después de esta desgracia. Ahora lo vemos claramente ya que por quedar bien con ella mucha gente la invita a conferencias, a cortar listones y otros eventos. Sin embargo Lydia está vetada en Televisa y TV Azteca y no por eso deja de aparecer, porque esto es algo que nos concierne a todos.
R: ¿Qué pueden hacer los medios de comunicación para coadyuvar a la labor del CIAM?
ER: Me parece que nos podrían apoyar como lo hace aquí Óscar Cadena quien pone un anuncio gratuitamente divulgando nuestras actividades. Lo que no nos agrada es que el reportero o fotógrafo publiqué a la víctima ya que estamos en contra de eso porque quien debe aparecer denunciado es el agresor y no culpabilizar a la afectada.
R: El caso “Lydia Cacho” no es el único, ¿hay otros que ustedes han seguido y los han ganado?
ER: Sí, ganamos, por el hecho de que llegara hasta la Suprema Corte; además, no fue una decisión unánime; quien no aceptó esto es por algún motivo, no nos consta, pero lo sospechamos...
R: Supongo que, a pesar de todo, ustedes tienen que seguir su lucha...
ER: Ni siquiera en el momento de la detención paramos. Lydia nos ha hecho entender que el CIAM no es ella ni Edith Rosales, la Institución somos todas nosotras que trabajamos para servir a las mujeres… tenemos que seguir adelante porque la violencia no ha parado.
R: ¿Qué se necesita hacer como sociedad civil para combatir la violencia?
ER: Necesitamos involucrarnos más, ser sensibles ante esta problemática y, sobre todo, aceptar que existe, que la ejercemos y que a veces también la permitimos. La violencia es una elección, necesitamos optar por la vía pacífica y no reproducir los patrones que ya tenemos.
R: El presidente Calderón, durante su campaña le sacó la tarjeta amarilla al gobernador de Puebla; ¿qué se puede hacer con la violencia del autoritarismo?
ER: Ahorita mucha gente está indignada y sigue molesta con las autoridades. Otras sólo se limitan a decir que qué mala onda y ahí queda. Nosotras creemos que nuestro papel es seguir. Ha habido agresiones mucho antes del caso de Lydia y, sin embargo, estamos aquí porque sabemos que las mujeres que están solas son víctimas todos los días.
Más que autoestima, lo que aquí le enseñamos a la mujer es a empoderarse, hay cosas que tiene que hacer por sí sola, como tomar decisiones; es decir, primero decide que va a hacer y luego nosotras la apoyamos.
R: ¿En qué les puede afectar los candados legales que piensan poner a las ONG y a otras asociaciones civiles?
ER: Por supuesto que a todas las asociaciones de la sociedad civil nos van a perjudicar, porque los empresarios y políticos nos dan aportaciones económicas que son deducibles ante Hacienda; cuando ellos ya no puedan comprobar ¿de quién vamos a recibir dinero? Vivimos de alguna manera del pedir, porque no es una obligación: para que el gobierno federal nos dé, tenemos que meter proyectos, pero esto no significa que sean aprobados.
La entrevista llega a su fin, antes de despedirme, Edith leyó en voz alta un texto elaborador por el colectivo de mujeres, documento que engalana la pared de su oficina y que en su opinión resume la labor del CIAM.

Estamos aquí
Estamos aquí para escuchar, no para obrar milagros.
Estamos aquí para ayudar a cada mujer a descubrir lo que ella sienta, no para hacer que deje de sentir dolor.
Estamos aquí para ayudar a cada mujer a identificar sus opciones, no para decidir por ella, ni para decirle qué hacer.
Estamos aquí para descubrir con la mujer los pasos que puede dar, no para caminar por ella.
Estamos aquí para ayudar a cada mujer a reconstruir su propia fortaleza, no para rescatarla y luego dejarla vulnerable otra vez
Estamos aquí para ayudar a cada mujer a descubrir que puede encontrar su poder personal, no para empoderarla artificialmente.
Estamos aquí para ayudar a cada mujer a ser autoindependiente, no para tomar la responsabilidad por ella.
Estamos aquí para ayudar a cada mujer a aprender a elegir, no para evitarles tomar decisiones difíciles.
Estamos aquí para proveer apoyo para el cambio social, para fomentar un mundo de relaciones pacíficas, para redescubrir nuestras fortalezas con cada mujer que sobrevive a la violencia, con cada niño que aprende a negociar sin violencia, con cada niño que aprende a negociar sin temor; trabajamos por la equidad para las mujeres por una vida libre de violencia.

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CIAM A.C.
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